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César Strawberry es vocalista en Def Con Dos
27/08/2005 Por: Raphael De La Ghetto

Besando la lona

El pasado 20 de abril el polifacético César Strawberry presentó su primera novela titulada "Besando la lona". La cita fue en la madrileña tienda especializada en cómics Madrid Comics.

En "Besando la lona" el líder de DEF CON DOS, con cierto aire autobiográfico y como si de un diario se tratara, nos revela las reflexiones de un recién estrenado cuarentón que está pasando por uno de los peores momentos de su vida.

Se da un extenso repaso a la sociedad que nos ha tocado vivir, a las injusticias a las que estamos expuestos día a día y al sinsentido de muchas de las cosas que nos suceden y que asumimos como normales.

El libro es una acertada crítica ácida, en la que se reparte a diestro y siniestro, y de la que no se libra ni dios.

A continuación podeis leer un pequeño fragmento extraido del libro, en el que se analiza el tema de la vivienda y que me ha hecho especial gracia.

Si podeis comprar el libro seguro que os echais unas risas.


"...Mis años de urbanizaciones fueron, en el fondo una pesadilla. Primero en Las Rozas, en aquella mierda de adosado a medio terminar, con los putos obreros pululando por allí siempre, gritando y dando el coñazo a todas horas, y luego en Torrelodones, que aunque la casa estuviera de la hostia, estábamos a tomar or culo de la civilización. Y en ambos casos me invadía siempre una asquerosa sensación de soledad. Porque a tus vecinos ni los ves, nadie camina por las solitarias avenidas flanqueadas de hileras de sórdidos adosados y chaletos, vas a todas partes en coche, sólo te relacionas con las cajeras del centro comercial y vives rodeado de miles de pringados como tú a los que sólo te encuentras en la desolación del aparcamiento del supermercado. No sé quién se habrá inventado ésa vida, pero a mi me parece una mierda. Aparte de la deprimente desolación urbanística, está el chollo de que los gastos se multiplican. Sólo en calefacción te dejas una pasta, o en leña para la chimenea, que es otro invento del demonio. Normalmente, necesitas tener más de un coche, con lo que se multiplica el gasto de gasolina ya de por sí cuantioso, debido a las distancias que te ves obligado a recorrer diariamente y a los insufribles atascos que te comes. Y luego está la pesadilla del centro comercial, lleno de hamburgueserías, pizzerías o bocaterías repugnantes, porque es imposible encontrar un bar "normal" en el que tomarte una caña y una ración de bravas. Es como mertete en una base espacial diseñada para el ocio llena de establecimientos de cartón piedra. Y luego sales del recinto y ves que está rodeado de un descampado. Es deseperante, es como vivir en un parque temático donde todo es falso y todo ha sido diseñado y edificado ayer por la tarde. No hay solera en las construcciones, ni solidez, ni calidad, es todo tan de chichinabo que no aguantaría el más mínimo temblor de tierra. Es un asco.

Recuerdo una urbanización muy bonita que había cerca de la nuestra en Las Rozas. Eran unos chale´s preciosos construidos íntegramente de madera y con un diseño que recordaba las casas que salen en las postales de los Alpes, aunque, evidentemente, no pintaban nada en un entorno natural tan árido. El caso es que yo miraba ésa urbanización con mucha envidia porque tenía que pasar diariamente frente a ella, hasta que un día me encontré con la calle cortada por la Guardia Civil y muchos camiones de bomberos. Se había declarado un pequeño incendio pero en cuestión de un par de horas la puta urbanización ardió completamente y desapareció del mapa. Al ser todo de madera, el fuego se extendió enseguida a todos los chalés que eran contiguos. Quedó todo arrasado. Una muestra más de lo precario, falso y miserable de todo ése invento absurdo que significa vivir en una puta urbanización de las afueras, en una casa clonada por dentro y oir fuera. Porque a la hora de amueblar en interior todo el mundo usa los mismos recursos.

Cuando yo me casé no existía el infierno Ikea, pero cuando nos trasladamos a Torrelodones lo amueblamos todo a base de ésos putos muebles suecos, y vaya timo. Primero está el rollo del traslado de las inmensas cajas que contienen los muebles. Yo me busqué la vida con un compañero de trabajo de Cecilia que tenía una furgoneta grande pero acabé con un lumbago de muerte. Lo que me había ahorrado comprando en Ikea lo pagué en médicos, inyecciones, fajas y masajes para aplacar la lumbalgia. Pero no acabó ahí la pesadilla, porque cuando estuve en condiciones de montar los muebles suecos empecé a ver que a cada caja le faltaba un tornillito o alguna pieza insignificante pero que hacía imposible terminar de montar correctamente el armatoste. Por eso tuve que volver a llamar al de la furgoneta para llevar varios de los muebles incompletos de nuevo a Ikea, metidos en sus embalajes originales, como te exigen los muy cabrones, para que me los cambiaran por otros que tuviesen todos los putos tornillitos, llaves y zarandajas sin las cuales es imposible montarlos bien. Y luego, cuando ya tienes tus muebles montaditos y llenos de cosas y admiras tu hogar como algo original y único que derrocha estilo, entras por lo que sea en casa de tu vecina y te das cuenta de que tiene el salón lleno de los mismo putos muebles que tú. Es una cagada el invento ése de Ikea; deforestan el planeta y explotan al tercer mundo además de provocarnos lumbago a los occidentales. Desde entonces, siempre que he necesitado algún mueble lo he comprado en una tienda convencional, que aunque son más caras, te lo llevan todo montado a casa y te lo colocan donde tu quieres sin poner en juego tu salud, paciencia y habilidad.

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